Pene enterrado
El pene enterrado (también denominado pene oculto o escondido) es una afección en la que el pene está parcial o totalmente cubierto por la piel del escroto, el abdomen o los muslos. Aunque un pene enterrado puede ser (y a menudo es) de tamaño normal, está oculto bajo la piel, por lo que no sobresale totalmente del cuerpo.
Esta afección infrecuente puede presentarse al nacer o desarrollarse en etapas posteriores de la vida. Puede causar varias complicaciones, como dificultad o dolor en las relaciones sexuales, síntomas urinarios, problemas de higiene y problemas de autoestima. Afortunadamente, el pene enterrado puede tratarse mediante cirugía y puede mejorar con la pérdida de peso.
Síntomas
El síntoma principal del pene enterrado es que sólo es visible la punta (si la hay) del pene. Sin embargo, suele ir acompañado de varios problemas físicos y psicológicos. A continuación, se enumeran algunas de las complicaciones que pueden surgir como consecuencia de un pene enterrado:
- Imposibilidad de mantener relaciones sexuales con penetración si el pene queda atrapado bajo la piel.
- Dolor durante el coito
- Erecciones y/o eyaculación dolorosa
- Dificultad para orinar (por ejemplo, no poder orinar de pie)
- Goteo de orina
- Infecciones urinarias frecuentes
- Mala higiene
- Infecciones cutáneas debidas a problemas de higiene
- Piel del pene poco sana debido a inflamaciones y cicatrices
- Depresión
- Ansiedad
- Baja autoestima o deterioro de la autoimagen sexual
- Carcinoma de células escamosas del pene (cáncer de pene) que puede producirse debido a la inflamación crónica por el atrapamiento de orina
- Una persona con pene enterrado puede experimentar alguna o todas estas complicaciones, dependiendo de la gravedad de su afección.
Causas
El pene enterrado puede estar causado por problemas en los ligamentos que unen el pene al cuerpo, exceso de grasa alrededor del abdomen, retención de líquidos en la zona genital o complicaciones tras la circuncisión. También puede deberse a enfermedades cutáneas poco frecuentes, como el liquen escleroso o la hidradenitis supurativa. A continuación, se ofrece una explicación más detallada de cada una de las posibles causas del pene enterrado:
- Anomalías en la estructura del pene al nacer. Algunos individuos nacen con el pene enterrado. Esto ocurre cuando los ligamentos y tejidos conectivos que unen el pene al cuerpo son demasiado débiles o laxos para sostener adecuadamente el pene.
- El exceso de grasa, sobre todo alrededor del abdomen y los genitales, puede cubrir el pene y hacer que parezca oculto. Esta es la causa más frecuente de pene enterrado adquirido en la edad adulta.
- Linfedema genital. El líquido linfático puede acumularse alrededor del escroto, causando a veces una hinchazón suficiente para enterrar el pene.
- Complicaciones tras la circuncisión. El pene enterrado puede aparecer tras la circuncisión si se extirpa demasiado (o no lo suficiente) del prepucio. Sin embargo, las investigaciones sugieren que el pene enterrado tras la circuncisión en recién nacidos no es permanente y suele resolverse por sí solo a medida que los bebés crecen.
- Padecimientos crónicos de la piel que afectan a la ingle. El liquen escleroso provoca manchas blancas que pican en la piel, normalmente en las zonas genital o anal. La hidradenitis supurativa provoca bultos bajo la piel de las axilas o la ingle. Ambas afecciones pueden provocar inflamación y cambios en la piel que pueden afectar al pene. Por ejemplo, el liquen escleroso puede causar fimosis (afección en la que el prepucio tenso no puede retraerse), y una banda fimótica puede tirar del pene hacia atrás y enterrarlo. Por otro lado, la hidradenitis supurativa puede provocar linfedema y la consiguiente hinchazón que cubre el pene.
Diagnóstico
Normalmente, un médico puede diagnosticar el pene enterrado mediante una inspección visual y un examen físico. Un profesional capacitado puede ayudar a descartar otras posibles afecciones del pene, como el micropene, que es un pene pequeño. Por lo tanto, si cree que puede tener el pene enterrado, es importante que se lo confirme un médico de atención primaria o un urólogo.
Tratamiento
En bebés y niños muy pequeños, el pene enterrado puede desaparecer por sí solo a medida que el niño crece. Además, las personas con casos leves pueden notar que la pérdida de peso y/o las cremas tópicas con esteroides que aflojan el prepucio ayudan (en casos relacionados con la fimosis). No obstante, para tratar el pene enterrado suele ser necesaria la cirugía. Las siguientes opciones quirúrgicas se centran en eliminar grasa o reforzar la estructura de soporte del pene para tratar el pene enterrado:
- Abdominoplastia, también llamada «abdominoplastia», es un procedimiento para eliminar el exceso de grasa del abdomen.
- Una paniculectomía se realiza para extirpar un panículo, que es un gran colgajo de piel que cuelga sobre los muslos y los genitales. Este exceso de piel puede ser el resultado de una importante pérdida de peso.
- Lipectomía infraumbilical consiste en la extirpación de la almohadilla de grasa situada encima del pubis.
- Escrotoplastia es una cirugía que corrige y remodela el escroto eliminando el exceso de piel de la zona. Esta piel también puede reordenarse quirúrgicamente para cubrir el cuerpo del pene si es necesario.
- Lipectomía de succión elimina las células grasas mediante catéteres quirúrgicos que utilizan la succión.
- Reparación de daños en la piel, que consiste en eliminar cualquier tejido cicatricial o piel dañada alrededor del pene, utiliza injertos de piel para cubrir las zonas del pene en las que la piel está comprometida o falta. Los injertos de piel pueden proceder de la almohadilla de grasa que se ha eliminado o del muslo.
- La manipulación de ligamentos puede realizarse desprendiendo los ligamentos que conectan el pene al cuerpo y reforzando quirúrgicamente la estructura mediante la fijación interna de suturas a la base del pene.
- Independientemente de la opción de tratamiento que se utilice, los pacientes con pene enterrado también pueden beneficiarse del asesoramiento psicológico. Las cuestiones relacionadas con la disfunción sexual y la autoestima son complejas, y un profesional de la salud mental puede ayudar a un individuo a navegar por estos desafíos.
Referencias:
- Buried or Hidden Penis: Treatment, Symptoms, Causes. (2020, December 18). Cleveland Clinic. https://my.clevelandclinic.org/health/diseases/16291-buried-penis
- Cavayero, C.T., Cooper, M.A., & Harlin, S.L. (2015). Adult-Acquired Hidden Penis in Obese Patients: A Critical Survey of the Literature. The Journal of the American Osteopathic Association, 115(3), 150-156. https://jaoa.org/article.aspx?articleid=2211854
- Eroğlu, E., Bastian, O.W., Ozkan, H.C., Yorukalp, O.E., & Goksel, A.K. (2009). Buried penis after newborn circumcision. The Journal of urology, 181(4), 1841–1843. DOI: https://doi.org/10.1016/j.juro.2008.12.006
- Ho, T.S., & Gelman, J. (2018). Evaluation and management of adult acquired buried penis. Translational andrology and urology, 7(4), 618–627. DOI: https://doi.org/10.21037/tau.2018.05.06
- Monn, M.F., Chua, M., Aubé, M., DeLong, J.M., McCammon, K.A., Gilbert, D., Jordan, G.H., & Virasoro, R. (2020). Surgical management and outcomes of adult acquired buried penis with and without lichen sclerosus: a comparative analysis. International Urology and Nephrology, 52(10), 1893-1898. https://link.springer.com/article/10.1007/s11255-020-02486-y
- Pestana, I. A., Greenfield, J. M., Walsh, M., Donatucci, C. F., & Erdmann, D. (2009). Management of “buried” penis in adulthood: an overview. Plastic and Reconstructive Surgery, 124(4), 1186-1195. DOI: 10.1097/PRS.0b013e3181b5a37f
- Rybak, J., Larsen, S., Yu, M., & Levine, L.A. (2014). Single Center Outcomes after Reconstructive Surgical Correction of Adult Acquired Buried Penis: Measurements of Erectile Function, Depression, and Quality of Life. The Journal of Sexual Medicine, 11(4), 1086-1091. https://www.jsm.jsexmed.org/article/S1743-6095(15)30731-1/fulltext
- Shaeer, O., & Shaeer, K. (2009). Revealing the Buried Penis in Adults. The Journal of Sexual Medicine, 6(3), 876-885. https://www.jsm.jsexmed.org/article/S1743-6095(15)32410-3/fulltext