Masa muscular y función cognitiva

El ejercicio es la herramienta más eficaz que tenemos para retrasar el deterioro de la salud y prolongar la vida. A la luz del volumen y la solidez de las pruebas ya disponibles que apoyan la misma idea.

La relación entre el músculo esquelético y la cognición se ha expuesto extensamente en una extensa revisión realizada por Oudbier et al. sobre el vínculo bien establecido entre la baja masa muscular esquelética (sarcopenia) y la demencia en la vejez. La revisión extrae datos de más de cien publicaciones sobre las asociaciones entre diversas medidas de la fuerza muscular y el rendimiento físico y la cognición, las conexiones bioquímicas y fisiológicas entre el músculo esquelético y el cerebro, y los mecanismos fisiopatológicos subyacentes al deterioro cognitivo.

Sin embargo, como señalan los autores, a pesar de todo lo que sabemos sobre estas vías y sobre la asociación entre sarcopenia y demencia, aún no comprendemos del todo la dirección de la causalidad o los mecanismos implicados. Por lo tanto, esta revisión pretende abordar estas cuestiones sintetizando el conjunto de pruebas de que disponemos. La revisión recopila y evalúa las pruebas existentes sobre cuatro mecanismos fisiopatológicos propuestos que subyacen a la relación entre la pérdida de masa muscular esquelética debida y el deterioro cognitivo con la edad: inflamación sistémica, resistencia a la insulina, acumulación anómala de proteínas y disfunción mitocondrial.

En su revisión, los autores trataron de identificar las características comunes y los vínculos que conectan estos cuatro procesos fisiológicos principales, con el fin de arrojar más luz sobre cómo la pérdida de músculo esquelético podría contribuir a todos ellos y, en última instancia, al deterioro cognitivo.

¿Cuál es el vínculo?

El músculo esquelético es algo más que un tejido necesario para el movimiento. El músculo en contracción también funciona como un órgano endocrino, liberando una amplia variedad de péptidos y proteínas -conocidos colectivamente como «mioquinas»- que actúan como moléculas de señalización a otras partes del cuerpo. Algunas mioquinas, como la catepsina B, pueden atravesar la barrera hematoencefálica y ejercer efectos directos sobre las vías de neurogénesis. Se sabe que algunas mioquinas tienen efectos antiinflamatorios tanto a nivel sistémico como específicamente en el cerebro. Los efectos secundarios de muchas mioquinas incluyen la liberación de más mioquinas, creando un bucle de retroalimentación positiva y amplificando sus efectos. Por otra parte, se cree que la inactividad física inhibe la liberación de mioquinas.

Basándose en estas y otras interacciones entre las mioquinas y las cuatro vías fisiopatológicas presentadas en la figura anterior, los autores propusieron una nueva hipótesis: la pérdida de masa muscular y la inactividad física provocan una disminución de la secreción de mioquinas, lo que desencadena una «espiral negativa» que en última instancia, conduce al deterioro cognitivo.

Según los investigadores, por tanto, el ejercicio no se limita a proporcionar un estímulo adicional para la salud, sin el cual se mantendría el nivel básico de salud. En realidad, la inactividad física deteriora los procesos descritos, lo que se traduce en un deterioro de la salud general y de la función cognitiva.

Gran parte de las pruebas directas de una asociación entre baja masa muscular y deterioro cognitivo proceden de estudios epidemiológicos, que son famosos por su incapacidad general para demostrar la causalidad.

Los datos existentes que sugieren que una masa muscular baja puede causar deterioro cognitivo cumplen muchos de estos criterios al mostrar una asociación fuerte, dependiente de la dosis y altamente consistente.

Es importante señalar que la revisión no pretende sugerir que éste sea el único mecanismo, ni siquiera la única dirección de la causalidad (los autores señalan, por ejemplo, que la demencia también podría ser consecuencia de la sarcopenia a través de los efectos sobre las neuronas motoras), pero la historia que han elaborado a partir de los estudios que han revisado refuerza aún más la credibilidad de la idea de que el deterioro cognitivo puede ser una consecuencia de la inactividad física y la baja masa muscular esquelética.

Lo esencial

La revisión de Oudbier et al. señalaba pruebas que apoyan la idea de una relación causal entre la masa muscular esquelética baja y el deterioro cognitivo: que la inactividad física provoca alteraciones en la secreción de mioquinas que luego subyacen a la correlación inversa entre la masa muscular y el deterioro cognitivo con la edad. La presentación de este mecanismo plausible por sí solo refuerza la credibilidad de la idea de que la sarcopenia conduce al deterioro cognitivo, pero sin duda se necesitan más estudios para sondear estos vínculos causales más directamente, así como para investigar cómo se cruzan e interactúan los cuatro principales mecanismos fisiopatológicos.  Sin embargo, aunque aún no es seguro que la pérdida de masa muscular esquelética provoque la avalancha de efectos negativos que sugieren los autores, lo más importante es lo mismo de siempre: el ejercicio es clave para la salud y la longevidad.

Dr. François Peinado Ibarra
Cirujano-Urólogo & Andrólogo

Hospital Quirón Ruber 39. Madrid
Olympia Medical Center – Torre Caleido. Madrid
Centro de excelencia en la cirugía reconstructiva y plástica del pene

www.doctorpeinado.com
doctorpeinado@gmail.com

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