Infección urinaria
Aproximadamente, la mitad de las mujeres tendrán una infección urinaria a lo largo de su vida. Esta situación se produce cuando una bacteria infecta el sistema urinario llegando a la vejiga, además puede complicarse si llega al riñón produciendo una pielonefritis, infección más grave que debe ser tratada en muchas ocasiones en el hospital con antibióticos intravenosos.
La mayoría de las infecciones urinarias son cistitis, es decir, que se localizan en la vejiga. Esta situación produce síntomas característicos como son: dolor en la micción, urgencia urinaria que impide a veces llegar al baño, dolor en la parte baja del abdomen por debajo del ombligo u orinas turbias. Pero también puede darse el caso de algunas personas que tienen cistitis y no presentan ningún síntoma.
Si la infección de la vejiga no se trata o progresa, puede producir una infección renal que se caracterizará por dolor en el flanco del abdomen (“zona de los riñones”), fiebre, náuseas y/o vómitos.
La cistitis no es una emergencia médica y se trata fácilmente con antibióticos de 3 días de duración. Incluso, sin tratamiento antibiótico e incrementando la ingesta de agua, puede desaparecer la infección. Algunas personas presentan un mayor riesgo de complicación como son las mujeres embarazadas, los pacientes ancianos y los hombres. También los pacientes diabéticos, con enfermedades renales o con sistema inmunitario debilitado, puede agravar la infección urinaria.
Muchas mujeres confunden las cistitis con una infección vaginal o, en algunas ocasiones, pueden tener infecciones de transmisión sexual. Un simple análisis de orina permitirá distinguir estas situaciones.
El principal motivo de una cistitis en una mujer antes de la menopausia es la actividad sexual, hace años se la llamaba la “cistitis de la luna de miel”. La razón es que las relaciones sexuales “empujan” las bacterias alojadas en la vagina y periné a la uretra femenina facilitando su llegada a la vejiga.