Definición, causas y síntomas de la disfunción eréctil

La disfunción eréctil es la incapacidad para mantener una erección adecuada para una relación sexual satisfactoria. Con el envejecimiento, todos los hombres sufrirán algún grado de dificultad en la erección. En todos los estudios se observaba un incremento de la prevalencia de la enfermedad con la edad, así como una relación con diversas comorbilidades entre las que destacan los factores de riesgo cardiovascular, de tal forma que la disfunción eréctil se ha llegado a considerar un síntoma centinela de problemas cardiovasculares futuros más severos.

En los últimos años se le ha dado importancia a la relación de la disfunción eréctil con ciertas patologías asociadas con el envejecimiento, especialmente a los factores de riesgo cardiovasculares. A nivel global, los factores de riesgo más frecuentes en numerosos estudios son la hipertensión, la obesidad abdominal y la diabetes. La diabetes es un conocido factor de riesgo cardiovascular, además de estar clásicamente asociado a la disfunción eréctil. Tal es así, que la prevalencia de DE descrita en pacientes diabéticos es muy alta (52,5%) y ocurre a edad más temprana que en la población general.

Detrás de la relación entre DE y diabetes existen diversos mecanismos fisiopatológicos como la neuropatía, micro y macroangiopatía diabética y disfunción endotelial. En este contexto, se ha reportado la DE como la primera manifestación de un cuadro de diabetes mellitus.

Los estudios confirman la estrecha relación entre sintomatología miccional y disfunción sexual, de tal forma que la sintomatología miccional tiene un mayor valor predictivo para la disfunción eréctil y existen diversos estudios poblacionales que lo avalan. La edad constituye la variable que más se relaciona con la Disfunción Eréctil en todos los estudios.

FISIOLOGÍA DE LA ERECCIÓN

Una erección normal es un fenómeno vasculotisular complejo que requiere la participación y la coordinación de varios sistemas de regulación. Por tanto, está sujeta a la influencia de factores psicológicos y relacionales, hormonales, neurológicos, vasculares y tisulares.

Neuroanatomía y neurofisiología de la erección del pene

Se distinguen tres tipos de erecciones (refleja, psicógena y nocturna), cuyas fibras terminales son idénticas: los nervios cavernosos, ramos terminales del plexo pélvico. El cambio de estado del pene de la flaccidez a la erección está controlado por distintos neuromediadores que interactúan a nivel local para regular los mecanismos de la regulación muscular lisa.

El pene se compone de dos sistemas distintos: los dos cuerpos cavernosos y el cuerpo esponjoso (la uretra).
Los cuerpos cavernosos, elementos indispensables de la erección, están rodeados de una envoltura gruesa, la albugínea. Esta túnica está constituida por fibras de colágeno inex-tensibles pero plegadas u onduladas en estado de flaccidez, mezcladas con fibras elásticas. Durante la erección, estas fibras de colágeno se extienden permitiendo así el alargamiento del pene.

Hay tres fases necesarias para provocar la erección:

  • relajación de la musculatura lisa;
  • dilatación arterial y llenado de los sinusoides cavernosos dilatados;
  • constricción venosa.

En estado de flaccidez, los músculos lisos intracavernosos y las arterias peneanas están contraídas

Tumescencia o erección

En estado de tumescencia, bajo control neurológico, se produce una miorrelajación. Esta situación se traduce por la disminución de la presión intracavernosa que, asociada a la vasodilatación arterial, hace que el pene cumpla el papel de una bomba de vacío que aspira sangre. Al tiempo que aumenta el flujo de sangre, en los cuerpos cavernosos, la extensión de las fibras de colágeno y el estiramiento de las fibras elásticas de la albugínea posibilitan la elongación del pene durante el llenado sanguíneo. El mantenimiento de la rectitud del pene durante este fenómeno está garantizado por los tabiques fibrosos intracavernosos que parten de la albugínea y cumplen el papel de una auténtica estructura esquelética.

Poco antes del estado de erección, es decir de la elongación máxima del pene sin verdadera rigidez, la salida venosa disminuye debido a la compresión del plexo venoso por los sinusoides dilatados contra la albugínea. En este estadio, el pene alcanza su volumen definitivo y la bomba cavernosa ya ha desarrollado su capacidad máxima. La rigidez del pene se instala por estrangulamiento de las venas emisarias que atraviesan la albugínea.

La comprensión de la vena dorsal del pene y del resto de venas completa este importante mecanismo

Rigidez

En estado de rigidez, la sangre encerrada en los cuerpos eréctiles provoca un rápido aumento de la presión intracavernosa con importante elevación de la porción colgante del pene. La presión intracavernosa es de aproximadamente 110 mmHg aunque puede alcanzar valores claramente superiores por contracción de los músculos de la pelvis que rodean la base del pene.

Destumescencia o vuelta a la flacidez

Se trata de un fenómeno pasivo o activo que probablemente resulte de la tensión recuperada por las fibras musculares lisas que reduce la compliancia de los cuerpos cavernosos. El aporte arterial disminuye y la sangre encerrada en el pene se elimina por las venas cavernosas que quedan parcialmente abiertas para permitir la renovación de la sangre y, por ende, la oxigenación de los tejidos durante la erección.

El pene bajo tensión pierde su rigidez y vuelve progresivamente a su estado de flaccidez por eliminación rápida de la sangre a través de las venas emisarias y de la vena dorsal que han vuelto a abrirse.

FACTORES RIESGO EN DISFUNCIÓN ERÉCTIL

La disfunción eréctil (DE) no es una enfermedad, sino que, en una alta proporción de casos, es un síntoma de una patología cardiovascular subyacente. Por ello, la investigación de la función eréctil en los varones con factores de riesgo (Hipertensión Arterial, Diabetes, cardiopatía, etc.), debería ser una práctica sistemática en la consulta tanto del médico de familia como del resto de especialistas. Esta entidad comparte factores de riesgo comunes con las enfermedades cardiovasculares (falta de ejercicio, obesidad, tabaquismo, dislipemia y síndrome metabólico) y muchos de ellos son modificables.

Aparte de las causas arteriales de la DE, existen factores de origen neurógeno, hormonal, por medicamentos o psicológica.

  • La edad es un factor de riesgo, independientemente de su severidad, aunque no debe de ser considerada como una consecuencia inevitable de la edad.
  • La diabetes es la enfermedad endocrina más asociada a la DE. La probabilidad de presentarse en estos pacientes es 3 veces superior que en varones no diabéticos.
  • La relación con la hipertensión arterial es significativa, dependiendo de la asociación a otras enfermedades y de la existencia o no de tratamiento farmacológico.
  • El tabaquismo se ha asociado como factor de riesgo de forma independiente a las enfermedades crónicas relacionadas con el consumo de tabaco.
  • La depresión es un factor de riesgo importante y también enfermedades como la psoriasis, espondilitis anquilopoyética e hígado graso.
  • La biopsia de próstata transrectal puede ser un factor de riesgo para DE, como se han descrito en varios estudios y exponen las guías clínicas de la Asociación Europea de Urología.
  • La DE se asocia a los síntomas de la próstata con la edad. El riesgo de sufrirla se multiplica según la severidad de la sintomatología urinaria en cualquiera de los grupos de edad.
  • La deficiencia de testosterona se incrementa con la edad, y se acompaña de una disminución del deseo sexual y del número de erecciones nocturnas, aunque no todos los pacientes con déficit de testosterona manifiestan DE. El tratamiento con testosterona intramuscular o transdérmica aplicada diariamente en pacientes con este déficit puede propiciar un aumento del deseo sexual, de la potencia sexual, de la rigidez nocturna del pene y de la sensación de bienestar; además podría mejorar su respuesta a los medicamentos para la erección. Los pacientes tratados con testosterona deben someterse a controles periódicos de valores sanguíneos, tacto rectal y marcadores prostáticos (Antígeno Prostático Específico).
  • Otras causas como pueden ser medicamentos como los antidepresivos tricíclicos o medicamentos digestivos tipo metoclopramida, que se utilizan para evitar el vómito o las náuseas, pueden alterar la producción de una hormona llamada Prolactina que anula la producción de hormonas sexuales. En estos casos, al retirar el fármaco, siempre que sea posible, puede mejorar la función sexual.
  • Las enfermedades del hígado y la insuficiencia renal crónica pueden asociarse a un descenso del deseo sexual y de los caracteres sexuales secundarios, disfunción eréctil y ginecomastia, puesto que no se produce de forma correcta la secreción de testosterona.
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